MARTA MOYA GUILLÉN

Coordinadora de proyectos en una empresa de traducción y localización, Marta vive entre Tokio y Barcelona.

Experiencia japonesa:

Cuando un extranjero es capaz de hablar fluidamente japonés, se tiene ganado el respeto de este país y de su gente. Primero hay que sudar sangre, y no basta con plantarse delante de un libro. En mi caso, trabajé medio año en una izakaya y una kissaten, empleos muy distintos al mío, pero que me aportaron el nivel indispensable para poder trabajar luego en el mundo de la traducción. También fueron una inmersión en la cultura nipona por los que me sentiré orgullosa toda mi vida, experimenté en propia carne la jerarquía y el respeto intrínsecos en la sociedad japonesa.

Sobre mí:

Japón ha sido mi objetivo desde niña, un sueño hecho realidad. Al salir de la facultad sentía la necesidad de sumergirme en la sociedad japonesa, y así lo hice. Actualmente trabajo en una empresa de localización con sedes en Barcelona y Tokio, lo que me permite alternar períodos aquí y en Japón. No imagino un futuro sin Japón, olvidado todo lo que he aprendido. Seguiré estudiando y trabajando cada día, profundizando en esta cultura que no deja de sorprenderme.

Estudios: Grado en Traducción e Interpretación / Máster en Traducción Audiovisual

Residencia: Barcelona

Contacto: Email

SOBRE JAPÓN:

Mi sitio preferido en la ciudad donde residí en Japón es el Monte Takao.

Mi plato favorito es el Nabe, la versión japonesa del estofado, en la que se cocinan juntos varios ingredientes en una gran olla.

Mi objeto japonés preferido son los Omamori, pequeños amuletos que se pueden comprar en los templos. Cada uno tiene una función particular: dar suerte para los exámenes, proteger la salud, etc.

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