Graduada en Derecho y Ciencias Políticas, estudió seis meses en la Universidad de Sophia combinado con prácticas en la Embajada de España en Tokio.
Experiencia japonesa:
Mis primeros días en Tokio fueron mucho menos estresantes de lo que había imaginado; gracias a la hospitalidad japonesa, jamás me sentí perdida ya que siempre había alguien dispuesto a ayudarme, dándome indicaciones como buenamente podía o incluso llevándome al lugar al que quería llegar. Sin trucos, sin engaños, sin segundas intenciones. Esto, junto con el hecho de poder ir tranquilamente con el bolso abierto o la cartera en el bolsillo trasero del pantalón, marcó desde el principio mi día a día allí haciendo que me sintiera relajada e incluso acompañada en todo momento.
Mi semestre en la universidad de Sophia fue una de las experiencias más increíbles que he vivido nunca, aunque me sorprendió mucho no encontrarme con más estudiantes españoles allí. Es cierto que a priori Japón no parece un destino tan sencillo para hacer un intercambio de estudios, debido principalmente a la barrera del idioma y quizá al choque cultural al que a menudo creemos que nos vamos a tener que enfrentar. Pero lo cierto es que, como he comentado, Japón es uno de los países más seguros del mundo, y su sociedad es mucho más amable y acogedora de lo que podemos llegar a imaginar. El contraste cultural es realmente enriquecedor y emocionante para cualquier estudiante que busque abrir sus horizontes, aprender de nuevas perspectivas y descubrir distintas formas de entender la vida. Por todo esto, creo que nuestras universidades deberían animar a los estudiantes a iniciar un intercambio de estudios en Japón, ofreciéndoles toda la información necesaria, desmintiendo los mitos y promoviendo los lazos entre los estudiantes japoneses y españoles.
Durante mi periodo como becaria en la Embajada me encargué principalmente de la elaboración de informes sobre la situación política nacional, que en aquel momento estaba además en pleno cambio, y sobre la política exterior que también se encuentra en uno de sus momentos más tensos. Estudiando el comportamiento político y la historia de la sociedad japonesa comprobé lo que ya intuía sobre su forma de apreciar y ensalzar lo público, sobre su sentido de pertenencia e inclusión, y sobre su forma más bien conservadora de hacer las cosas, basada en el respeto a sus tradiciones. La sociedad japonesa puede parecer demasiado sobria, incluso fría en sus relaciones interpersonales y profesionales, pero esa es su forma de hacer las cosas, y es tremendamente interesante sumergirse en su mundo lleno de gestos significativos y simbología, e intentar comprender la historia que hay detrás de cada protocolo o tradición. Por otro lado, descubrir cómo expresan realmente sus sentimientos requiere una dedicación y una profundización especiales. Los japoneses tienen una forma única, sutil e intensa al mismo tiempo de transmitir sus emociones a través de diversos instrumentos que las canalizan de las formas más hermosas y delicadas. Tienen mucho aprecio por la vida en todas sus formas y todas sus etapas, esto se refleja por ejemplo en el Kintsugi (金継ぎ), el arte de reparar lo quebrado con oro, que representa la idea de que al caer, todo puede recuperarse y hacerse más fuerte y bello. También sienten la necesidad de encontrar el equilibrio con el medio ambiente, y de ahí su devoción y respeto por la naturaleza.
Existen muchos otros ejemplos como estos que hacen verdaderamente valiosa a la sociedad japonesa. El contraste con la cultura española es algo que no debemos perdernos, y por ello es necesario establecer más lazos entre nuestras dos culturas desde el principio, impulsando los intercambios de estudiantes y estimulando también el comercio y las relaciones culturales entre nuestros países.
Sobre mí:
Lo cierto es que siempre he sentido un especial interés por la cultura japonesa originado, como para muchos, en sus conocidos dibujos animados o “ánime” que me acompañaron durante toda la infancia y buena parte de la adolescencia. Ya en aquel entonces veía algo especial en aquellas historias; mensajes como el del equilibrio entre las personas y el medio que las rodea, tanto el medio social como el ambiental, la importancia de la lealtad o lo esencial que es el respeto mutuo, hicieron que empezara a sentir una enorme curiosidad por esa forma tan peculiar de interpretar la vida que tienen los japoneses. Cuando empecé mis estudios de doble grado en Derecho y Ciencia Política en Valencia comencé también a indagar más en la cultura japonesa, sus tradiciones y por supuesto en su idioma, que estudiaba por mi cuenta con la ayuda del famoso método “Minna no Nihongo” (El Japonés de Todos), y una pequeña libreta tamaño cuartilla donde repetía mil y una veces cada silabario y cada kanji. Cuando empecé a estudiar el japonés más seriamente en los cursos que organizaba el Instituto Confucio de mi universidad, no dejaba de sorprenderme cómo un idioma con un nivel de complejidad tan elevado me resultaba tan ameno e interesante de aprender.
Durante el segundo año de carrera decidí apostar por lo que luego fue una de las experiencias más intensas y enriquecedoras de toda mi vida. Gracias a la oportunidad que me brindó el Programa Internacional de la Universidad de Valencia pasé seis meses inolvidables viviendo en Tokio como estudiante de la Faculty of Liberal Arts de la Universidad de Sophia. Durante aquellos meses, además de obtener mi primer nivel oficial de japonés, descubrí una cultura con unos valores y una filosofía de vida que difería completamente del resto de Asia y del resto del mundo. Varios años más tarde, cuando finalicé mis estudios, fue una auténtica suerte que me seleccionaran como becaria en la Sección Política de la Embajada de España en Tokio, un periodo durante el cual pude obtener el siguiente nivel oficial de japonés y continuar viviendo mi experiencia nipona, esta vez desde un punto de vista algo más maduro al introducirme en el mundo laboral.
El maravilloso choque cultural con Japón cambió mi forma de entender la vida, especialmente en lo que se refiere al ensalzamiento de valores como el respeto al medio en el que uno vive, que da lugar a fenómenos impensables en otras sociedades como es que apenas exista criminalidad en una de las megalópolis más grandes y pobladas del planeta.
Estudios: Grado en Derecho y Grado en Ciencia Política y de la Administración Pública
Residencia: Valencia
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